PESCADO

 Estábamos apoyados en la baranda 

fumando

borrachos

de

hace rato

delante la lonja y el olor del pescado moribundo

- somos esclavos. si naces esclavo, te mueres esclavo, eso es así - dijo ella 

- la energía de los esclavos mueve el mundo - contesté yo

sabía que era un libro de Leonard Cohen 

eructé  

- y el amor. el amor también lo mueve - argumento final

grandes mangueras 

botas de lluvia

limpiaban la sangre del pescado sacrificado y vendido

me gustaba ese olor

- amor! - gritó ella. perdió el apoyo del codo y la ceniza se le derramó en el escote - voy a decirte una cosa del amor - y recitó un fragmento de un poema. no pintaba bien la cosa del amor en el poema. una excepción en el Universo. gilipollas. nada de amor. 

quería irme de allí, pero estaba atrapado

¿qué me importaba a mi el amor?

 a mi me daba igual

no me importaba ni el amor ni el desamor ni nada

el olor del pescado

y la sangre

resonaban dentro

como un tambor

el olor del pescado

sí me importaba

era un comienzo

¿dónde estaba la puerta? siempre hay una puerta, o una ventana

(o debe haberla) 

- han cambiado los tiempos. antes sabías el nombre de quién moría de hambre en tu puerta. sobra miseria y soledad - se tragó el ponche de trago 

eructó 

encendió otro cigarro

lo dejó apalancado en un cenicero de cristal mellado

dando tumbos como una montaña ciega

se metió en el edificio

(al menos ella sabía dónde estaba la puerta)

miré el reloj

18:34 de la tarde


en su tiempo eterno de montaña

estas

también nacen, crecen, chocan y mueren


con tanto temple como lo haría un saltamontes

en su tiempo de insecto

más parecido al nuestro


la lonja se fue apagando

la sangre del mar 

le sería devuelta

como un sacrificio mercantil

a través de conductos subterráneos


palabras y palabras y más palabras

escombros de montañas

muertas


miré mi ropa

eran escombros de palabras y roca

miré mis manos

escombros de palabras y roca

pero la

sangre

y el pescado

retumbaban dentro de mi

no todo era palabra y roca


un chorro fuerte de agua

me arrastró por un suelo de baldosa blanca

rodé

y rodé

como un niño

en una montaña de hierba

la oscuridad

me tragó

y dentro de la oscuridad

brillaba la luz


y tiempo y tiempo después

me encontré 

aquí

contigo

amable lector

nadando

de nuevo

desnudo 

dentro

de un mar

desnudo.

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